No quiero ir al colegio

Por Carolina Aguilera Apuntes No hay comentarios en No quiero ir al colegio

No quiero ir al colegio, me duele la barriga, me duele la cabeza, me encuentro mal… en ocasiones estas excusas son el resultado de una situación de acoso que está sufriendo el/la menor en el colegio por parte de sus compañeros/as.

El acoso escolar o bullying es un  continuado e intencionado maltrato verbal y conductual que recibe un/a menor/a  por parte de otro/a u otros/as, que se comportan con él/ella cruelmente con el objeto de someterlo/a, apocarlo/a, asustarlo/a, amenazarlo/a y que atentan contra su dignidad.

Es decir, que en una situación de acoso escolar hay:

–         una víctima atacada por uno o más abusones

–         una situación de desigualdad: esta víctima no es capaz de defenderse (sino, sería un enfrentamiento entre iguales)

–         intención

–         unas conductas de maltrato. Estas conductas pueden ser de varios tipos:

Acoso físico: empujones, patadas, puñetazos, agresiones con objetos, deterioros de pertenencias,  robos, extorsiones, (más de los chicos)

Acoso verbal: es la forma más habitual (sobre todo de las chicas): insultos, motes, amenazas,  humillaciones verbales en general. También se puede hacer vía móvil o redes sociales. Otra forma es generando rumores sobre alguien.

Acoso psicológico: acciones encaminadas a minar la autoestima de quien las sufre (comportamientos de exclusión y bloqueo social)

Acoso sexual: abusos en los que a veces nos atrevemos a decir que no y otras no, aunque no nos guste, porque no sabemos muy bien cómo reaccionar.

Imagen obtenida de la web www.salud180.com

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Los implicados en una situación de acoso escolar:

La víctima no tiene unas características peculiares. Puede ser cualquiera. Se elige a la víctima no por sus características sino porque sé sabe que cuando se metan con él no se va a defender. La víctima empieza a sufrir una serie de reacciones (miedo –bloqueo –impotencia) que hacen que al final que todos, víctima incluida, piensen que es la víctima la que tiene la culpa de lo que le pasa.

  • Consecuencias del bullying en la víctima:

Primero, al verse bloqueado e incapaz de defenderse, se sentirá un inútil. ¿Por qué no se defiende? Porque tiene miedo y se bloquea, porque es un código en el que no se maneja, porque no sabe usar la fuerza, etc.

Luego, al ver que los demás no hacen nada para cambiar la situación, creerá que la situación es justa, o si no, alguien se daría cuenta. “Si no se dan cuenta, es porque sólo yo creo que es injusto, así que debo de estar equivocado: es normal que me hagan esto, me lo merezco.”

Además, al no ayudarle nadie, pensará que no tiene amigos, que no le importa a nadie.

Todo ello dará lugar a que se sienta muy triste, rabioso/a, quieren acabar con la situación, no quieren ir al colegio, ni salir con la gente de clase, prefieren quedarse en casa donde les dejan en paz.

Pero la víctima no es víctima porque sí, sino porque alguien le convierte en víctima, como hemos visto. Y ese alguien es la persona que realmente tiene un problema por sí mismo: el agresor:

Algunas personas están acostumbradas a mostrar comportamientos agresivos porque nadie les ha enseñado a resolver sus problemas de otra manera y consiguen lo que quieren mediante la fuerza.

Con la fuerza y el abuso parece que los demás le respetan, pero en realidad le tienen miedo.  Eso quiere decir que cuando aparezca uno más fuerte y más abusón/a que él o ella le van a dejar solo/a y se van a ir con él o la otra/ nueva/o abusón/a, porque no le aprecian: le temen.

  • Consecuencias del bullying para el/la agresor/a

El/la agresor/a aprende a conseguir los objetivos por la fuerza. Es decir, aprende a relacionarse de esta forma. Lo cual podrá reflejarse también en sus relaciones de pareja del futuro.

Además, a las personas que abusan les cuesta entender que, cuando se meten con otro/a, ese otro u otra sufre. No es capaz de ponerse en la piel del/la otro/a.

El/la agresor/a no es quien peor lo pasa en este proceso, obviamente. Quien peor lo pasa es la víctima. Pero el/la agresor/a, aunque a primera vista parezca lo contrario, es la persona con menos recursos de este círculo [“La violencia es el último recurso de las mentes pobres”]. No tiene muchos recursos, porque para  mantener su estatus no es capaz de mostrar otra habilidad que no sea la de abusar de otro/a. Hay quien mantiene su estatus haciendo gracias, o jugando bien al fútbol, o porque sabe escuchar, o por multitud de cosas. El/la agresor/a lo hace a costa del sufrimiento del/la otro/a, y tiene que aprender a desarrollar otras habilidades para conseguir las cosas.

Falta un tercer personaje dentro del acoso escolar: Los espectadores (o falsos/as compañeros/as)

Muchas veces piensan que por callarse ante estas situaciones son mejores compañeros/as. No quieren ser unos/as chivatos/as. Dicen “es una broma”, “son cosas nuestras”. Pues no, No es una broma, sería una broma si se rieran todos/as, pero cuando a alguien le sienta mal una broma porque se siente herido/a habría que pedirle perdón. Ponerse en su lugar y parar.

  • Consecuencias del bullying en el/la espectador/a

Se callan por miedo a que el/la abusón/a la tome con ellos/as, para no convertirse en víctimas fomentan y permiten el dolor ajeno. Permiten que otro/a sufra para evitarnos nuestro propio sufrimiento. Incluso son capaces de imitar al abusador/a para sentirse aceptados. Esto hará que cada vez sean más insensibles, más permisivos/as con la violencia, hasta que para ellos y ellas  la violencia sea algo normal.

¿Qué efectos tiene el silencio de los/las espectadores/as?

Antes hemos dicho que al/la agresor/a le cuesta entender que está causando sufrimiento. Si el resto se queda impasible, está cometiendo un acto violento y se lo están aprobando. Entonces es lógico que piense que lo que hace está bien, ninguno le dice lo contrario, no se le castiga. Los espectadores con su comportamiento, están contribuyendo a que la víctima sufra, porque no hacen nada para evitar ese sufrimiento.

 

Orientaciones para los padres

Cuando un hijo/a ha sido víctima de acoso escolar, es imprescindible que los padres y las madres intenten superar la tendencia a culpabilizar a la víctima, uno de los principales aliados del agresor.

Habrán de proporcionar a su hijo/a la confianza necesaria para pedir ayuda y no reñirle cuando comienza a contarlo por no haberlo contado antes o “por haberlo permitido”. Deben ayudarle a superar el fuerte sentimiento de culpabilidad que con frecuencia se siente en dichas situaciones, fomentar un clima de confianza donde el/la menor pueda reparar el daño (reconstruir su autoestima y la confianza básica en los demás; expresar el sufrimiento originado, curándose del odio, del miedo y del sentimiento de culpabilidad; asumir el compromiso de no reproducir lo que han sufrido; y desarrollar habilidades socioemocionales que les ayuden a no volver a vivir dicha violencia). En determinadas situaciones será necesario solicitar ayuda profesional.

Para prevenir este tipo de situaciones, los padres y las madres deberán ayudar a sus hijos a adquirir habilidades que les permitan: detectar y evitar situaciones peligrosas sin alterar su confianza básica en los demás; decir que no en situaciones que puedan implicar abuso sin disminuir su capacidad para la empatía y el establecimiento de relaciones sociales positivas; pedir ayuda cuando la necesitan, y especialmente cuando comienzan a ser víctimas o están en riesgo de serlo; y estar preparados emocionalmente para no sentirse culpables cuando no lo son.

Además no debemos olvidar que lo que los niños y adolescentes ven en la televisión influye en el significado que aprenden a dar a lo que les rodea. De lo cual se deriva la necesidad de proteger a los menores de la violencia destructiva a la que con frecuencia están expuestos a través de la televisión, (evitando que lo estén y enseñándoles a rechazarla).  (Prevención de la violencia y lucha contra la exclusión desde la adolescencia. María José Díaz-Aguado Jalón. 2004)

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