Mi nombre es Carlos, tengo dos hijos, de 3 y de 7 años. Tras la insistencia de mi mujer he estado leyendo artículos de tu blog y he querido escribirte este email. La verdad es que al leerlos suena bastante lógico, pero no estoy tan seguro de los efectos a largo plazo. Si no les castigas, ni les riñes no me queda claro que vayan a aprender las cosas realmente importantes. A mi mis padres me castigaban constantemente, y me pegaban de vez en cuando, ya sabes, con la zapatilla, y he salido bastante normal. Estoy incrédulo con tus métodos, aunque por otra parte me gustaría convencerme de que funcionan.
Hola Carlos, agradezco tu comentario, porque, además tus miedos son muy habituales, y con mucha frecuencia escucho estas mismas palabras.
Comenzar diciéndote que “mis métodos” están basados en una crianza respetuosa, una crianza que vela por un vínculo seguro entre padres, madres e hijos.
Se centra en tratar a los niños y niñas con respeto, comenzando por no usar la violencia con ellos, en ninguna de sus esferas: amenazas, humillaciones, gritos, castigos y/o golpes.
Principalmente porque cuando tu usas esos métodos con tus hijos les estás dañando. Dañas su autoestima, dañas su confianza en ti, dañas vuestro vínculo. Cuando dices que tus padres lo hacían contigo y que tú te consideras una persona normal no es razón para repetir esos modelos. No sabes cómo serías tú, ni la relación con tus padres si ellos hubieran optado por tratarte de manera respetuosa, sin violencia. Fíjate lo interiorizado que tenemos en nuestra sociedad que pegar a los niños o tratarlos de esas formas que te decía, es algo “normal”.
Respecto al miedo de que no aprendan bien sin utilizar métodos coercitivos decirte que las personas no aprendemos mejor “por las malas”, al contrario. Nuestro cerebro aprende mejor aquello que se ve reforzado por una emoción positiva (si te interesa el tema puedo facilitarte bibliografía al respecto). Además, cuando utilizas métodos de coacción, de miedo o de amenaza, tus hijos “aprenden” a hacer o no hacer algo por miedo, para evitar ese castigo, no porque hayan interiorizado esa norma.
Ser padre es complicado porque te hace cuestionarte muchas cosas, y te hace sentir de maneras muy diversas. Por ello, te recomiendo que pienses qué quieres enseñarles a tus hijos, cómo crees que tus hijos serán más felices ahora y cuando crezcan. Se trata de educarles con vistas a largo plazo, y siendo coherentes. Es contradictorio querer que tus hijos sean obedientes y sumisos y esperar que de mayores sean autosuficientes y emprendedores. No se trata de ejercer la autoridad de una manera incuestionable, sino, de explicarles a nuestros hijos desde el cariño y el respeto, los valores y las normas sociales que nosotros apreciamos.
Por otra parte, tenemos que lidiar con nuestros propios modelos, y hacer un filtraje sobre nuestra propia educación. Elegir que tomas y que deshechas de los métodos que emplearon tus padres contigo. Si no te paras a pensarlo, si no te permites, aunque te duela, pensar que tus padres quizá hicieron cosas que estuvieron mal, vas a seguir repitiendo esa pauta. Y vas a hacer sufrir a tu hijo igual que tus padres te hicieron sufrir a ti.
Por último, piensa que tan sólo se trata de que no uses los métodos que no usarías con un adulto, no castigarías a tu mujer, ni le pegarías… aunque hiciera algo que no estuviera bien. Con tus hijos, que son aún más vulnerables, y dependen absolutamente de vosotros, debería de hacerse aún menos.
Educa en positivo, cuando uno de tus hijos haga algo que no sea adecuado, hazle ver cómo puede hacerlo mejor. Si tu hijo pega a tu otro hijo no le castigues ni le pegues tú (así está aprendiendo no que pegar no está bien, sino que es una cuestión de poder), pregúntale por qué le ha pegado, dile que entiendes que se enfadara, pero que en tu casa nadie pega, tú no le permites que él pegue, ni permites que a él le peguen. Enséñale qué puede hacer la próxima vez que se sienta enfadado y ayúdale a reparar el daño de su hermano haciendo algo por él. Esto será mucho más efectivo que cualquier castigo. Tu hijo se sentirá entendido y ayudado por ti y los hermanos compartirán una práctica positiva y reparadora.
A estas alturas estarás pensando que quizá te resulte difícil poder reaccionar de esta manera. Entonces te animo a que reflexiones… ¿Le estamos pidiendo a los niños que no griten, no peguen…algo que nosotros no somos capaces de hacer? Es difícil para todos por el ritmo de vida que llevamos. Pero nosotros somos los adultos, es nuestro deber parar, respirar, calmarnos, y desde esa tranquilidad ayudar a nuestros hijos, desde el cariño y el respeto, a crecer de la manera más saludable que podamos.
Espero haberte ayudado, recibe un cariñoso saludo.
Deja un comentario